Comentario
Damian Forment aparece documentado en Zaragoza el 1 de mayo de 1509, como un escultor con pleno conocimiento de la profesión. Venía de Valencia, en donde había nacido hacia 1480, y este carácter viajero por asuntos profesionales no lo perderá nunca, y así, manteniendo su condición de vecino de Zaragoza, fallecerá en Santo Domingo de la Calzada el 22 de diciembre de 1540, cuando trabajaba en el retablo mayor de su catedral.
Comenzó su actividad profesional colaborando con su padre, Paulo, maestro de retablos, y con su hermano Onofre, mazonero, en el retablo mayor de la colegiata de Gandía (1501-1507). Esta obra, destruida y conocida por fotografías, era un encargo de doña María Enríquez, en nombre de su hijo y heredero Juan de Borja, duque de Gandía. Al taller de los Forment se atribuyen las esculturas que adornaban la portada principal de la colegiata, con un Padre Eterno de solemne gravedad, muy monumental, pero de rasgos góticos. En esta línea gótica se enmarcan las figurillas del retablo de la Puridad de Valencia (hoy en el Museo de Bellas Artes), contratado por su padre en 1502 y en el que participan además ambos hermanos. Dos años después, Damián Forment cobra por las dos tallas de San Vicente Mártir y San Vicente Ferrer destinadas a dos galeras de guerra y, en 1507, se encarga de la realización de un puente de madera para el desembarco de los reyes don Fernando y doña Germana en el puerto del Grao. En estos documentos se le cita carpentarius y fuster, es decir, como artesano, mientras que en el contrato de febrero de 1509 para el desaparecido retablo de San Eloy, se le menciona como maestro de retablos.
Esta última obra de Damián en su ciudad natal, hecha en colaboración con su hermano Onofre, se trataba de un trabajo a la italiana que incorporaba decoración de grutescos y del repertorio romano antiguo. Debía ser realizado "según un diseño de los pintores Ferrando de la Almedina y Ferrando de Llanos". La obra plantearía problemas a los Forment y el gremio de plateros inició un proceso contra los dos hermanos, que todavía estaba pendiente en 1516, aduciendo errores en el cálculo de las dimensiones del retablo, cuestión que se volvería a repetir en otras obras posteriores del escultor, como el retablo de Poblet o el sepulcro de Alcañiz. Pero la personalidad artística de Damián Forment, por estos primeros trabajos conocidos en tierras valencianas, es imprecisa.
En su ciudad natal, como lo da a entender el contrato del retablo de San Eloy, entró en contacto con la nueva moda italiana, que desde fecha temprana se conocía en Valencia. Las relaciones con Italia y particularmente con Nápoles fueron frecuentes ya desde Alfonso el Magnánimo. Mayor interés artístico tuvo para Valencia la llegada en 1472, propiciada por el cardenal Rodrigo de Borja, de tres pintores italianos: Paolo de San Leocadio, Francesco Pagano y Riccardo Quartararo, y más tarde -en 1506- el establecimiento en Valencia de los pintores Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de Llanos que, probablemente, habían trabajado en Florencia con Leonardo da Vinci y aportaban la estética del clasicismo italiano del Cinquecento.
Damián Forment es un artista receptivo y, cuando se desplace a Zaragoza con toda su familia y el taller, tendrá ocasión de contemplar la buena escultura aragonesa del siglo XV, mantener contactos con el mundo nórdico a través de sus colaboradores de taller, flamencos y franceses, así como entablar relaciones con Felipe Bigarny, iniciadas posiblemente a partir de la estancia del borgoñón en Zaragoza en 1519. Se abrirá también al mundo germánico por medio de la obra gráfica de Alberto Durero, fuente figurativa muy utilizada por el escultor valenciano, uno de los primeros en hacerlo en Aragón; estampas tal vez proporcionadas por el impresor alemán Jorge Coci, con el que tuvo relaciones y para quien, a partir de 1517, realizará el ornato de su capilla funeraria.
El interés de Forment por el renacimiento italiano continuará en tierras de Aragón, pues, lo mismo que en Valencia, a ellas llegan los grabados con las imágenes del nuevo estilo, como se advierte en las mismas composiciones del retablo mayor de la catedral de Huesca, donde Forment emplea estampas de Marcantonio Raimondi. Además, está la presencia de artistas italianos, como el florentino Juan Moreto y, por último, acaso la relación con Alonso Berruguete cuando estuvo en Zaragoza (1518-1520), andante en Corte, recién llegado de Italia. Sin embargo, el artista castellano no parece que tuviera influencia sobre él.